domingo, 17 de mayo de 2009

Besos para desayunar

Cervezas, pizza y una sábana tendida sobre la arena de la playa. A simple vista puede parecer que le preparé una encerrona a mi abejita, pero mi intención no era otra qué hablar cosas que tenemos pendientes. Sí, el jueves llamé a mi abejita y quedamos para cenar.

Mientras estaba esperándola delante de su casa tenía las ideas claras, pero cuando la vi salir del portal me desarmó completamente. Jersey y vaqueros ajustados junto con la carita de siempre. Desde ese momento todo lo que tenía que decirle se borró. No hace falta más para dejarme sin palabras, soy así de simple.
En la playa no pude resistirme y tras cenar me eché sobre ella, pero esta vez, a diferencia del otro día, el " no, Sergio" se convirtió en un no acompañado con una sonrisita que me invitó a seguir besándola. Sólo un grupo de personas que había a cincuenta metros evitó que pasara lo que pasó después en su piso. Me quedé a dormir y esta vez sí que pude dormir abrazado a mi abejita.
A la mañana siguiente fue mi abejita la que se echó encima de mi. No tuvo piedad. Ella estaba a punto de irse a clase y yo aún en la cama, medio dormido, no pude resistirme. Fue casi una violación.

Al salir de su casa no me importó que el coche me dejara tirado, ni tener que estar esperando una hora la asistencia, tampoco que el tío de la grúa me drogara con el olor de su axila de camino al taller, simplemente mantenía la sonrisita estúpida que lleva una chiquilla a la que acaban de magrear por primera vez.
Aunque lo de esa noche no fueron los últimos coletazos de una relación en extinción, sino los besos y caricias reprimidas durante mes y medio, no significa que estemos juntos. Seguiré esperando a que se entere de que su aspirante a hombre ya ha obtenido el título.

Foals - Olympic Airways

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